Si os quedasteis con ganas de saber más en la primera parte “¿Se puede viajar a Guinea Ecuatorial?“, seguid leyendo porque hoy os cuento ¿Qué tal la experiencia en Guinea?
Porque sí, ya os expliqué cuánto me costó llegar a Guinea, pero si algo había escuchado sobre viajar a un lugar con tan poco turismo, es que tuviera cuidado, que era peligroso ir tres chicas solas por ahí, encima blancas, que nunca nunca nos montáramos en un taxi compartido si no había otra mujer dentro, que cuidado con las violaciones, que los guineanos son muy poco amables… habladurías de todo tipo!
Pero nada más allá de la realidad. Los guineanos con nosotras se portaron de vicio. Además su idioma oficial es el español, cero problemas con eso. Teníamos algún amigo/conocido allí y nos llevaron a todos lados.
En otra ocasión contratamos en el hotel un taxi privado para hacer una excursión y también seguir relacionándonos con ellos, y con ese taxista lo pasamos genial, os lo juro; todo el mundo nos trató genial y ojo, que creíamos que éramos las únicas blancas en Guinea. Solo vimos algún blanco en la zona de las petroleras, que están lejos del centro.
Según aterrizamos salimos del aeropuerto, el chico del hotel nos dijo que nos vendrían a buscar a la terminal, pero al salir no había nadie. Estuvimos esperando y nada. Total que estuvimos hablando con una policía del aeropuerto y nos buscó ella un taxi, eran dos chicos, y les dijo: directos al hotel, que me apunto vuestra matrícula!
Hombre, se te corta un poco el cuerpo con tal advertencia pero los dos chicos majísimos. Conocían Madrid y de hecho tenían familia aquí. Nosotras nos reíamos porque lo que nos advirtieron que no hiciéramos fue lo primero que hicimos, montarnos las 3 solas con 2 guineanos.
Bueno pues los chavales nos ayudaron hasta a subir las maletas a la habitación y nos pasaron sus teléfonos por si queríamos hacer algo en esos días. Obviamente no les llamamos, porque nosotras ya teníamos planes con una amiga que era de Guinea y se había vuelto allí a vivir.

(Las vistas desde nuestra terraza)
El caso es que nosotras siempre siempre compartimos taxis con chicos y nunca ni un problema. Y salimos mucho de fiesta, bastante! Jamás nadie se pasó de la raya, todo lo contrario, nos invitaban a copas un montón de veces. Se nos acercaba la gente (llamábamos la atención con nuestro tono blanco cal) a decirnos: chicas lo pasáis bien? Chicas os gusta Malabo?
Era obvio que sí!
Pero sí que tuvimos algún altercado o contratiempo y yo no estoy aquí para callármelo.
En Guinea necesitas permisos para todo. Uno de ellos es para hacer fotos, a instituciones o lugares públicos, ósea a todo. Dónde lo pides? En Malabo, en el Ministerio de Turismo. Y nos habría gustado poder volar a Bata, queríamos conocer el Monte Alen. El permiso para viajar dentro del país se pide en el mismo sitio. Pero era fiesta en Bata y la ministra se había ido. Así que no había NADIE para darnos esos permisos.
Viajar a Bata era algo que sabíamos que iba a ser difícil. Pero no sacar fotos? Coño, eso es difícil. En el centro hice pocas, vamos, busco y no tengo ninguna, porque había bastante policía. Pero en los pueblos sí que hice, de hecho pedimos permiso a una mami y nos dejó fotografiar a su bebe, que era una muñeca preciosa ❤️

Verdad que es bonita?
Bueno pues nuestro problema más grande, efectivamente, fue por las fotos. Tuvimos un buen susto.
El día que os decía que contratamos el taxi para ir a visitar unos pueblos, de camino, le íbamos diciendo a Juan, nuestro taxista guineano, dónde parar para hacer algunas fotos. De camino a Moca, le dijimos, para! Y yo saqué mi reflex por la ventanilla y le hice una foto al cartel (me encanta fotografiar señalizaciones).

Veis la casetilla a la derecha? Puesto militar! Y nosotras no nos dimos ni cuenta. Hay puestos militares cada 40 kilómetros, donde si lo estiman te paran para pedirte la documentación. Estos no nos dieron el parón, pero unos kilómetros más adelante, susto de muerte!
Se nos cruza delante del taxi un coche militar, salen dos militares con escopetas a la espalda, con lágrimas tatuadas en la cara, dando hostias sobre el capó de nuestro coche, gritando a nuestro taxista en su dialecto, nos hacen bajar las ventanillas y nos dicen que porqué les hemos hecho fotos, que tenemos que ir al puesto militar a hablar con el capitán.
Seguimos a los militares al puesto y Juan nos decía: tranquilas, borrad las fotos. Pero no pudimos borrar todas.
Nos bajamos y ya eran 4 militares, y las escopetas no estaban en la espalda, las tenían entre sus manos pero apoyadas en el suelo. El capitán nos pidió nuestro permiso de fotos… ya, claro. Ese que no teníamos. Y yo le dije que eso ya iba incluido en nuestro visado de turistas. Que estaba ahí bien pegado (y pagado) en nuestro pasaporte. Pero el decía que no, y yo que sí, y él que no y yo que sí…
Creo que medio le convencí y ahí empezó a decir que le habíamos hecho fotos y eso está prohibido aún con permiso y le dije pero mira mi cámara, yo sólo le hice foto al cartel… y ahí se quedó más tranquilo.
Los militares entraron a la garita y el capitán nos dijo que si llevábamos dinero para unas cervezas, que nos iba a perdonar un delito de cárcel… le dimos algunos francos que llevábamos encima. Y nos marchamos.
En otro puesto militar también nos pidieron francos para poder seguir el camino. No sabíamos que se estilaba ese rollo en Guinea, pero bueno. Son cosas que pasan, y que todos los males sean eso!
Otra cosa que nos habían dicho es que los guineanos son racistas, pero nosotras sólo lo vimos una vez y de un guineano hacia un senegalés. Porque estábamos comiendo en un restaurante senegalés y un guineano de unos 50 años pidió vino. Los senegaleses son musulmanes, así que no había vino.
Entonces el guineano le increpó, gritando bastante, diciendo algo así como: venís a nuestro país e imponéis vuestra cultura, en mi país se bebe vino, y tú aquí tienes que tener vino para nosotros!
Nosotras sin que nos oyera el guineano le dimos nuestro apoyo al chico senegalés, con que no le hiciera caso, que él en su restaurante servía lo que quisiera. Al final tontos, hay en todos lados.
Pero exceptuando esas cosillas todo lo demás fue genial. Y al final esas anécdotas son las que luego recuerdas como algo divertido, sobretodo el cague que pasamos con esos militares con lágrimas tatuadas en sus caras.
¿Qué tal la experiencia en Guinea? Para mi fue BRUTAL.
En el próximo capítulo ya sí os contaré los sitios que tenéis que ver SI O SI en caso de que viajéis a Guinea, y si no vais a viajar que por lo menos veáis un poquito todo lo que nosotras pudimos visitar.
Os aseguro que os va a fascinar ❤️